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La conquista romana de la Península Ibérica fue un proceso por el cual la República Romana ocupó territorios de la Península Ibérica que anteriormente estaban bajo el control de tribus nativas celtas, ibéricas, celtíberas y aquitanas y del Imperio cartaginés. Los territorios cartagineses del sur y el este de la península fueron conquistados en el 206 a.C. durante la Segunda Guerra Púnica. El control se extendió gradualmente por la mayor parte de la Península Ibérica sin anexiones. Se completó tras el fin de la República romana (27 a.C.), de la mano de Augusto, el primer emperador romano, que anexionó toda la península al Imperio Romano en 19 a.C..
Esta conquista de la península comenzó con la adquisición romana de los antiguos territorios cartagineses en el sur de Hispania y a lo largo de la costa oriental como resultado de su derrota de los cartagineses (206 a.C.) durante la Segunda Guerra Púnica (218-201 a.C.), tras lo cual las fuerzas cartaginesas abandonaron la península. Esto dio lugar a una presencia territorial romana continuada en el sur y este de Hispania. Cuatro años después del final de esta guerra, en 197 a.C., los romanos establecieron dos provincias romanas. Se trataba de la Hispania Citerior a lo largo de la mayor parte de la costa oriental (una zona que corresponde aproximadamente a las actuales comunidades autónomas españolas de Valencia, Cataluña y parte de Aragón) y la Hispania Ulterior en el sur, que corresponde aproximadamente a la actual Andalucía.
¿Cuándo se romanizó España?
Sin embargo, la resistencia ibérica fue feroz y prolongada, y no fue hasta el año 19 a.C. cuando el emperador romano Augusto (r. 27 a.C.-14 d.C.) pudo completar la conquista de España. La romanización de los íberos se produjo rápidamente tras su conquista.
¿Cómo llamaban los romanos a la Península Ibérica?
Hispania, en época romana, región que comprendía la Península Ibérica, actualmente ocupada por Portugal y España.
¿Por qué invadieron los romanos la Península Ibérica?
Los ejércitos romanos invadieron la península Ibérica en el año 218 a.C. y la utilizaron como campo de entrenamiento para oficiales y como campo de pruebas tácticas durante las campañas contra los cartagineses, los íberos, los lusitanos, los gallaecios y otros celtas. No fue hasta el año 19 a.C. cuando el emperador romano Augusto (r.
Iberos
Coordenadas: 40°13′N 4°21′W / 40.21°N 4.35°W / 40.21; -4.35Lenguas comunesLatín, varias lenguas paleohispánicasReligión Religión tradicional indígena y romana, seguida por el cristianismoGobiernoAutocraciaEmperador – 98 d.C. – 117 d.C. Trajano- 117 d.C. – 138 d.C. Adriano- 379 d.C. – 395 d.C. Teodosio I
Se han propuesto otras teorías descabelladas. Isidoro de Sevilla consideraba que Hispania era de origen ibérico y lo derivó del nombre prerromano de Sevilla, Hispalis[5]. Esto fue revivido, por ejemplo, por el etimólogo Eric Partridge (en su obra Origins), quien consideró que esto podría insinuar fuertemente un antiguo nombre para el país de *Hispa, presumiblemente una raíz ibérica o celta cuyo significado ahora se ha perdido. Hispalis también podría derivar de Heliópolis (en griego, “ciudad del sol”). Sin embargo, según la investigación moderna de Manuel Pellicer Catalán, el nombre deriva del fenicio spal ‘tierra baja’,[6][7] lo que hace muy improbables las explicaciones anteriores de Hispania. En ocasiones, los escritores romanos llamaban a Hispania Hesperia ultima ‘tierra más occidental’, ya que el nombre Hesperia ‘tierra occidental’ ya había sido utilizado por los griegos para referirse a la península itálica.
Lengua ibérica
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Reino visigodo
Vasija de vidrio, en el Museo de Valladolid. Los romanos fueron pioneros en la técnica del soplado del vidrio.A lo largo de los siglos de dominio romano sobre las provincias de Hispania, las costumbres, la religión, las leyes y el estilo de vida romano en general ganaron mucho favor entre la población autóctona. Junto con una importante minoría de inmigrantes romanos, acabaron formando una cultura hispanorromana diferenciada. Varios factores contribuyeron al proceso de romanización:
Aunque la influencia romana tuvo un gran impacto en las ciudades existentes en la península, el mayor esfuerzo urbanístico se centró en las ciudades de nueva construcción: Tarraco (actual Tarragona), Emerita Augusta (actual Mérida) e Itálica (en la actual Santiponce, cerca de Sevilla).
Las ciudades o asentamientos romanos se concebían como imágenes de la capital imperial en miniatura. Los edificios públicos eran construidos por el curator operatum y eran gestionados directamente por los magistrados municipales supremos.
Para destinar fondos públicos a cualquier obra, era necesaria la autorización del emperador.[cita requerida] El patriotismo y el euergetismo local animaban a las ciudades locales a competir, creando municipios vecinos más prósperos.