Los iberos y los celtas en la peninsula iberica

Dioses celtíberos

El nombre de la tierra está irrevocablemente ligado al de su gente, y los íberos son, de hecho, el pueblo indígena de España y Portugal. Se ha escrito mucho sobre los romanos y los árabes, que llegaron mucho más tarde, e incluso el pasado cartaginés en esta parte del mundo está razonablemente bien documentado, pero sorprendentemente casi nunca se oye hablar de lo que en última instancia es su pueblo indígena.

Esto se debe en parte a un renacimiento del interés por todo lo relacionado con los moros y, en menor medida, con los romanos, pero también a que no se sabe tanto sobre los misteriosos íberos, un pueblo mediterráneo que hablaba una lengua preindoeuropea que quizá no estuviera muy alejada del euskera actual. Sin duda, los íberos estaban en contacto con sus vecinos del norte montañoso del país, pero mantenían una cultura pastoril propia defendida por caudillos guerreros.

Estos últimos no pudieron impedir la incursión de los celtas en la Península Ibérica desde la Galia (actual Francia), al norte. Con el tiempo, los celtas invadieron la región, mezclándose con los íberos y creando una cultura celtíbera. Aunque la influencia celta fue mayor en el noroeste (Galicia), los celtíberos se extendieron por toda la mitad occidental de la Península Ibérica, hasta Cádiz y Arcos de la Frontera.

¿Quiénes son los íberos y los celtas?

Según Sykes, los íberos llegaron a Irlanda, Escocia y Gales, se conocieron como celtas y están recogidos en el histórico Libro de Kells irlandés. Después, siglos más tarde, los celtas emigraron a España y se mezclaron con los pueblos ibéricos/españoles.

¿Dónde se asentaron celtas e íberos en la Península Ibérica?

Los celtas cruzaron los Pirineos hacia España en dos grandes migraciones en los siglos IX y VII a.C. Los celtas se asentaron en su mayor parte al norte del río Duero y del río Ebro, donde se mezclaron con los íberos para formar grupos llamados celtíberos.

  Monedas de la peninsula iberica

Celta ibérico

Este artículo trata sobre un antiguo pueblo de la Península Ibérica conocido hoy como los íberos. Para los íberos actuales, véase Españoles y Portugueses. Para los antiguos georgianos, véase Reino de Iberia.

La cultura íbera se desarrolló a partir del siglo VI a.C., y quizá ya entre el quinto y el tercer milenio a.C., en las costas oriental y meridional de la península Ibérica[2][3][4] Los íberos vivían en aldeas y oppida (asentamientos fortificados) y sus comunidades se basaban en una organización tribal. Los íberos del Levante español estaban más urbanizados que sus vecinos del centro y noroeste peninsular. Los pueblos del centro y noroeste eran en su mayoría hablantes de dialectos celtas, semipastoriles y vivían en poblados dispersos, aunque también tenían algunas ciudades fortificadas como Numancia[5]. Conocían la escritura, la metalurgia, incluido el bronce, y las técnicas agrícolas.

En los siglos que precedieron a la conquista cartaginesa y romana, los asentamientos ibéricos crecieron en complejidad social, mostrando evidencias de estratificación social y urbanización. A este proceso contribuyeron probablemente los contactos comerciales con fenicios, griegos y cartagineses. A finales del siglo V y principios del IV a.C., una serie de importantes cambios sociales condujeron a la consolidación de una aristocracia y a la aparición de un sistema clientelar. "Este nuevo sistema político dio lugar, entre otras cosas, a ciudades y pueblos que giraban en torno a estos líderes, lo que también se conoce como nucleación territorial. En este contexto, el oppidum o ciudad ibérica fortificada se convirtió en el centro de referencia del paisaje y del espacio político"[6].

Íberos en Gran Bretaña

Siempre se ha asociado a los celtas con las tierras del norte de Europa y de habitar Irlanda, Escocia y Gales; pero es cierto que las tribus celtas emigraron a España, conocida entonces como la Península Ibérica.

  Depresiones de la peninsula iberica

Los últimos grupos de celtas viajaron hacia el oeste a través de los Pirineos para habitar la costa septentrional de la Península Ibérica y hacia el sur, más allá de las cuencas de los ríos Ebro y Duero y hasta el valle del río Tajo.

Hoy se desconoce por qué permanecieron en el norte y no continuaron hacia el sur, hasta la costa mediterránea. ¿Fue por la presencia de los fuertes y feroces pueblos íberos? Aunque desconocemos el origen exacto de los pueblos íberos, sí sabemos con certeza que los celtas llegaron a estas zonas de la actual España.

Los celtíberos eran un pueblo de habla celta de la Península Ibérica en los últimos siglos antes de Cristo. Hablaban una lengua celtíbera definida, como atestigua el texto celta Inscripción de Botorrita, hallado en la Península Ibérica. Las lenguas celtíberas eran lenguas hispanocélticas (celtas ibéricas) que se hablaban antes de la época romana y durante el periodo romano temprano en la Península Ibérica.

Lengua celtibérica

Este artículo trata sobre un antiguo pueblo de la Península Ibérica conocido hoy como los íberos. Para los íberos actuales, véase Españoles y Portugueses. Para los antiguos georgianos, véase Reino de Iberia.

La cultura íbera se desarrolló a partir del siglo VI a.C., y quizá ya entre el quinto y el tercer milenio a.C., en las costas oriental y meridional de la península Ibérica[2][3][4] Los íberos vivían en aldeas y oppida (asentamientos fortificados) y sus comunidades se basaban en una organización tribal. Los íberos del Levante español estaban más urbanizados que sus vecinos del centro y noroeste peninsular. Los pueblos del centro y noroeste eran en su mayoría hablantes de dialectos celtas, semipastoriles y vivían en poblados dispersos, aunque también tenían algunas ciudades fortificadas como Numancia[5]. Conocían la escritura, la metalurgia, incluido el bronce, y las técnicas agrícolas.

  La prehistoria en la península ibérica resumen

En los siglos que precedieron a la conquista cartaginesa y romana, los asentamientos ibéricos crecieron en complejidad social, mostrando evidencias de estratificación social y urbanización. A este proceso contribuyeron probablemente los contactos comerciales con fenicios, griegos y cartagineses. A finales del siglo V y principios del IV a.C., una serie de importantes cambios sociales condujeron a la consolidación de una aristocracia y a la aparición de un sistema clientelar. "Este nuevo sistema político dio lugar, entre otras cosas, a ciudades y pueblos que giraban en torno a estos líderes, lo que también se conoce como nucleación territorial. En este contexto, el oppidum o ciudad ibérica fortificada se convirtió en el centro de referencia del paisaje y del espacio político"[6].

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