La conquista romana de Grecia
¡Vienen los españoles! ¡Llegan los españoles! En realidad, al menos en una medida, ya están aquí, y su influencia está creciendo de forma espectacular. Aun así, retrocedamos unos cuantos miles de años y empecemos por el principio, y de paso intentemos relativizar algunos mitos:
Mito nº 2. “El sol nunca se pone en el Imperio Británico”. Bueno, sabemos que ahora es falso porque el año pasado los británicos entregaron la colonia de Hong Kong a China, así que ahora el sol se pone todas las noches. Pero la implicación de este viejo dicho era que esta situación era de alguna manera única.
¿Cuál era el problema? Hasta su desmantelamiento en la guerra hispano-estadounidense hace 100 años, España había tenido un imperio alrededor del globo comparativamente enorme siglos antes y durante siglos más que los británicos.
Mito nº 3. China es “el Reino del Medio”. No. Echa un vistazo al mapa. La Península Ibérica está justo en medio de la línea divisoria entre Oriente y Occidente. El meridiano de Greenwich la atraviesa. Y si tenemos en cuenta la densidad de la población mundial, también está cerca del centro de la división Norte-Sur. Esto ayuda a explicar por qué en Chile se habla español -y no mandarín o cantonés-, país que, al igual que China, está en el Océano Pacífico. Ubicación, ubicación, ubicación.
¿En qué época la Península Ibérica formaba parte del Imperio Romano?
El control se extendió gradualmente por la mayor parte de la Península Ibérica sin anexiones. Se completó tras el final de la República romana (27 a.C.), con Augusto, el primer emperador romano, que anexionó toda la península al Imperio Romano en 19 a.C.
¿Cómo llamaban los romanos a la Península Ibérica?
Hispania, en época romana, región que comprendía la Península Ibérica, actualmente ocupada por Portugal y España.
¿Quién vivía en la Península Ibérica antes de los romanos?
En la Hispania anterior a los romanos, la península estaba habitada por varias tribus que se dividían entre celtas e íberos. Los fenicios y los griegos empezaron a llegar y fundaron Gades y Ampurias. Por cierto, el nombre de Iberia se lo dieron los griegos por el río Ebro, que en griego es Iber.
Invasión romana de Gran Bretaña
En la primera mitad del milenio, las tribus celtas del otro lado de los Pirineos se mezclan con los íberos para formar los celtíberos, un amplio grupo etnográfico en el centro norte de la península. En el sur, la cultura ibérica recibe la influencia de las civilizaciones del Mediterráneo oriental a través del comercio y las colonias establecidas primero por los fenicios y más tarde por griegos, cartagineses y romanos. En las dos últimas décadas del siglo III a.C., Roma y Cartago libran una encarnizada lucha por el control de las ciudades estratégicas y las ricas minas de plata de la península. Roma se convierte finalmente en la potencia dominante, aunque tarda casi 200 años en pacificar a las tribus que se resisten al control imperialista.
Guerras romanas
La llegada de los romanos a Iberia en 219/8 a.C. no fue casual. Desembarcaron allí como una fuerza militar decidida a derrotar a sus rivales, los cartagineses, a quienes ya habían conquistado las islas de Sicilia, Córcega y Cerdeña.
Los cartagineses ya estaban bien asentados en la Península Ibérica, y mientras la controlaran constituían una amenaza para la expansión romana. La guerra en Iberia duró unos 12 años, tras los cuales Cartago quedó acabada como potencia mediterránea.
Los romanos pretendían ser liberadores de las tribus bajo dominio cartaginés, pero una vez en Iberia, pronto se dieron cuenta del potencial económico del territorio, y el principio de liberar a los nativos de sus señores cartagineses pronto fue sustituido por el de la residencia permanente.
Ya en 197 a.C., Roma señaló sus intenciones, dividiendo sus posesiones conquistadas en dos provincias, la Hispania Citerior (que recorría la costa oriental y el interior) y la Hispania Ulterior (aproximadamente la actual Andalucía).
Sin embargo, no está claro si la expansión desde el sur y el este hacia el resto de la península estaba planificada o si fue el resultado de garantizar unas fronteras seguras, o incluso el resultado de la iniciativa personal de gobernadores ambiciosos, pero el resultado final fue que, por primera vez, prácticamente toda la zona (con la excepción quizá de las tierras vascas) estaba controlada por una sola potencia.
Mayores pérdidas romanas
Aunque España es hoy una entidad política única y unificada, la historia no siempre indicó que llegaría a ser así. Desde la época prerromana hasta la Reconquista cristiana, la Península Ibérica ha estado formada por numerosas regiones distintas a lo largo de los siglos. Incluso hoy, España consta de 18 regiones distintas, cada una con su propio Parlamento y, a menudo, su propia lengua. Los dialectos, banderas y vocabularios específicos de cada región ponen de relieve el carácter distintivo de cada zona. Son una prueba evidente de que lo que hoy se conoce simplemente como “España” ha sido durante muchos más años un grupo de entidades culturales y políticas distintas que sólo formaron una única nación tras siglos de fragmentación.
Desde hace milenios, en el año 1100 a.C., cuando los comerciantes fenicios llegaron por primera vez a la Península Ibérica, la tierra ya albergaba numerosas sociedades complejas, algunas urbanas y otras agrarias, cada una con sus propias lenguas y costumbres. En el siglo III a.C., Iberia estaba controlada por Roma y, durante su reinado, Augusto dividió la península en tres provincias distintas: La Bética al sur, Lusitania al oeste e Hispania Citerior al este.