Lobo ibérico
Hace veinte años apenas quedaban 100 ejemplares, pero gracias a los esfuerzos de conservación la población salvaje del lince ibérico ha crecido hasta los 1.100 ejemplares. Aunque sigue en peligro de extinción, el crecimiento de su pequeña población -junto con las de quebrantahuesos, águila imperial, oso pardo cantábrico y lobo ibérico- es un resultado alentador de los esfuerzos por conservar la fauna de España y Portugal.
En el año 2000 quedaban menos de 100 linces ibéricos y la especie se consideraba prácticamente extinguida. Sin embargo, los últimos datos de mayo de 2021 revelaban una población de más de 1.100 animales. / FOTO_KONRADS BILDERWERKSTATT (FLICKR)
Los restos paleontológicos indican que hace un millón y medio de años, el lince ibérico vagaba por toda la Península Ibérica. Sin embargo, poco a poco su territorio quedó reducido a un puñado de zonas dispersas en Extremadura, sur de Portugal y Andalucía. El Lynx pardinus es una especie endémica que habita típicamente en el entorno del bosque mediterráneo y es una de las cuatro especies de lince del mundo, junto con el lince euroasiático (Lynx lynx), que se encuentra en el norte de Europa y gran parte de Asia; el lince canadiense (Lynx canadensis), que se encuentra en Norteamérica; y el lince rojo o gato montés (Lynx rufus), que se encuentra en el sur de Canadá, EE.UU. y el norte de México.
Lince blanco
Si nunca se ha cruzado con un lince ibérico, puede que sea porque en un momento dado sólo quedaban 94 en el mundo. Estos tipos viven en la península Ibérica, tienen unas extrañas crines con barba y orejas puntiagudas, y les gusta mucho comer conejos. Estuvieron a punto de sufrir, según informó The Guardian en 2002, “la primera extinción felina desde la prehistoria”.
Pero los conservacionistas probaron un montón de técnicas para mantenerlos. Criaron linces en cautividad, recogieron los huevos de una hembra por si acaso, convencieron a los cazadores de que les iría mejor si dejaban prosperar a las poblaciones de linces y consiguieron que distintos grupos de linces mezclaran sus genes. Y ahora, según informa The Guardian, el lince ibérico podría no estar condenado. Hay 312 ejemplares, el triple que hace unos años.
Lince canadiense
El lince ibérico (Lynx pardinus) es una especie de felino salvaje endémico de la Península Ibérica, en el suroeste de Europa. Está clasificado como En Peligro en la Lista Roja de la UICN[2]. En el siglo XX, la población de lince ibérico había disminuido debido a la caza excesiva, la caza furtiva, la fragmentación de hábitats adecuados y el declive de la población de su principal especie de presa, el conejo europeo (Oryctolagus cuniculus), causado por la mixomatosis y la enfermedad hemorrágica del conejo[3][4][5].
A principios del siglo XXI, el lince ibérico estaba al borde de la extinción, ya que en 2002 sólo sobrevivían 94 individuos en dos subpoblaciones aisladas en Andalucía. Desde entonces se han aplicado medidas de conservación, que incluyen la mejora del hábitat, la repoblación de conejos, la translocación, la reintroducción y el seguimiento de los linces ibéricos. En 2012, la población había aumentado a 326 individuos,[6] a 855 en 2020,[7] y a 1.111 en 2021[8].
Felis pardina fue el nombre científico propuesto por Coenraad Jacob Temminck en 1827, quien describió pieles de linces ibéricos abatidos en la zona del río Tajo, en Portugal, que se comercializaban en París y Londres[9].
Extinto en estado salvaje
Un lince (/lɪŋks/;[3] plural lynx o lynxes[4]) es cualquiera de las cuatro especies (el lince canadiense, el lince ibérico, el lince euroasiático o el gato montés) dentro del género de felinos salvajes de tamaño medio Lynx. El nombre lince se originó en el inglés medio a través del latín de la palabra griega λύγξ,[3] derivada de la raíz indoeuropea leuk- (‘luz, brillo’)[5] en referencia a la luminiscencia de sus ojos reflectantes[5].
Los linces tienen una cola corta, mechones característicos de pelo negro en las puntas de las orejas, patas grandes y acolchadas para caminar sobre la nieve y largos bigotes en la cara. Bajo el cuello tienen una gola con barras negras que recuerdan a una pajarita, aunque a menudo no es visible.
El color del cuerpo varía del marrón medio al dorado, pasando por el beige-blanco, y en ocasiones está marcado con manchas marrón oscuro, sobre todo en las extremidades. Todas las especies de lince tienen pelaje blanco en el pecho, el vientre y el interior de las patas, que es una prolongación del pelaje del pecho y el vientre. La coloración, la longitud del pelaje y el tamaño de las patas del lince varían según el clima de su área de distribución. En el suroeste de Estados Unidos, tienen el pelo corto, son de color oscuro y sus patas son más pequeñas y menos acolchadas. A medida que los climas se vuelven más fríos y septentrionales, los linces presentan progresivamente un pelaje más espeso, un color más claro y sus patas son más grandes y acolchadas para adaptarse a la nieve. Sus patas pueden ser más grandes que una mano o un pie humano.