A que siglo los iberos utilizan la moneda

La mujer ibérica

En lo que sigue, nos basamos en este pensamiento: en primer lugar, para presentar una metodología actualizada para registrar algunas de las dimensiones multisensoriales de las cuevas y sus paisajes adyacentes, y en segundo lugar, para presentar los resultados interpretativos de la aplicación de este método a dos cuevas de la provincia de Valencia. Estas cuevas han sido interpretadas previamente como destinos de peregrinaciones y actuaciones rituales relacionadas, principalmente entre los siglos V y III a.C., debido a su ubicación marginal en el paisaje respecto a los asentamientos contemporáneos, a sus llamativas características físicas y a sus restos materiales resultantes de prácticas de deposición ritual (véase Alfayé, 2010; Gil-Mascarell, 1975; Machause López, 2019; Moneo, 2003; Rueda, 2011). Buscamos profundizar en este pensamiento arqueológico.

– Relectura extensiva y evaluación crítica de la literatura académica sobre estudios sensoriales, arqueología de cuevas y viajes de peregrinación/rituales para evaluar la aplicabilidad de los conceptos y prácticas académicas existentes a este estudio de caso

¿En qué siglo aparecieron los íberos en España?

Los íberos (latín: Hibērī, del griego: Ἴβηρες, Iberes) fueron un antiguo pueblo asentado en las costas orientales y meridionales de la Península Ibérica, al menos desde el siglo VI a.C.

¿De dónde proceden los íberos?

Los íberos vivían a lo largo de la costa mediterránea y en el sur y centro de la Península Ibérica, así como en la región francesa del Languedoc. El amplio espacio cultural del antiguo Mediterráneo fue el escenario de la dinámica histórica entre los siglos VI y I a.C. que protagonizaron los pueblos ibéricos.

Colonias ibéricas

Este artículo trata sobre un antiguo pueblo conocido hoy en día como los íberos de la Península Ibérica. Para los iberos actuales, véase pueblo español y pueblo portugués. Para los antiguos georgianos, véase Reino de Iberia.

  De cantos iberos

La cultura ibérica se desarrolló a partir del siglo VI a.C., y quizás ya en el quinto al tercer milenio a.C. en las costas del este y el sur de la península ibérica[2][3][4] Los iberos vivían en aldeas y oppida (asentamientos fortificados) y sus comunidades se basaban en una organización tribal. Los íberos del Levante español estaban más urbanizados que sus vecinos del centro y noroeste de la Península Ibérica. Los pueblos de las regiones central y noroeste eran en su mayoría hablantes de dialectos celtas, semipastoriles y vivían en aldeas dispersas, aunque también tenían algunas ciudades fortificadas como Numancia[5]. Tenían conocimientos de escritura, de trabajo del metal, incluido el bronce, y de técnicas agrícolas.

En los siglos anteriores a la conquista cartaginesa y romana, los asentamientos ibéricos crecieron en complejidad social, mostrando evidencias de estratificación social y urbanización. Este proceso se vio probablemente favorecido por los contactos comerciales con fenicios, griegos y cartagineses. A finales del siglo V y principios del IV a.C., una serie de importantes cambios sociales condujeron a la consolidación de una aristocracia y a la aparición de un sistema clientelar. “Este nuevo sistema político dio lugar, entre otras cosas, a ciudades y pueblos que giraban en torno a estos líderes, lo que también se conoce como nucleación territorial. En este contexto, el oppidum o ciudad ibérica fortificada se convirtió en el centro de referencia del paisaje y del espacio político”[6].

Los ibéricos son indoeuropeos

Las primeras cecas o talleres surgieron como consecuencia de la estrategia de política monetaria de la Celtiberia romana que beneficiaba a unas ciudades sobre otras en función de sus intereses políticos, por lo tanto la responsabilidad de la emisión recae en la ciudad, que da la garantía necesaria, haciendo alarde de su poder con la inscripción de su nombre en el disco o metal en blanco. No todas las ciudades celtíberas emitían moneda, pero las que no lo hacían podían recurrir a las ciudades vecinas para permitir la circulación por su territorio.

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El uso de la moneda no supuso el abandono del intercambio (uso de bienes o productos con valor soportado por todos), ya que la moneda se introdujo inicialmente para fines muy concretos como el pago de los soldados a los militares y ciertas transacciones comerciales en las que participaban sólo algunos sectores de la población.

Las monedas celtibéricas, como herederas de las ibéricas y éstas a su vez de las griegas, reflejarán esta influencia no sólo en su iconografía, sino que también tomarán sus pesos, su escritura, y los mismos metales: plata y cobre.

Proto ibérico

El real, el escudo y la peseta eran algunas de las monedas españolas antes del euro. La mayoría de las transiciones de una a otra se produjeron debido a la unificación territorial. De forma orgánica, muchas regiones comenzaron a llamar a su dinero con nombres diferentes, hasta que se implantó una nueva forma de pago.

El real fue la moneda oficial española durante cientos de años, desde mediados del siglo XIV hasta 1864. El rey castellano Pedro I introdujo esta moneda estándar, que valía tres maravedíes. Eran monedas ibéricas de oro o plata. Ocho reales equivalían al peso de un peso de plata o dólar español, que se presentó el mismo año. El dólar español se utilizó en América y Asia, y se hizo muy popular como moneda de cambio para el comercio internacional.

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El escudo español tenía dos denominaciones: plata y oro. El primer escudo fue una moneda de oro introducida en 1566. Se siguió acuñando hasta 1833. El escudo de plata se utilizó entre 1864 y 1869. Cada escudo valía varios reales y finalmente fueron sustituidos por pesetas.

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