Dioses celtas
La lingüística marcó la división de la Península Ibérica en dos zonas diferenciadas: una ibérica y otra celta. Sólo se utilizó escritura indígena en la ibérica y dentro de la segunda en la zona lusitana celtibérica y el resto ignoró la escritura hasta que adoptó el latín en época romana. Los topónimos y antropónimos muestran la existencia de dos zonas diferenciadas dentro de la Península: los topónimos indoeuropeos terminados en-briga, o los realizados con antropónimos in-iscer ibéricos y-Beles, marcan límites coincidentes también con las leyendas de las monedas, con el sufijo-Sken para la zona ibérica-kom,-kos, para la celtibérica.
En cuanto a la organización social que se desprende del análisis lingüístico se vinculan al área celta los antropónimos Ambatus más conocidos, cuya etimología hace referencia al sistema de clientela existente en esta sociedad. Del mismo modo las famosas teselas de hospitalidad (acuerdos de ayuda mutua entre personas, ciudades y grupos) se circunscriben al área nuclear y al área celtibérica a continuación.
Estas dos grandes áreas parecen mostrar una mentalidad social y religiosa distinta. Podemos encuadrar dentro del área celtíbera el territorio definido como peninsular en el que sin duda vivieron los celtas históricos y que se extiende a lo largo de la vertiente oriental de las provincias de Guadalajara, Soria, La Rioja y oeste de Zaragoza y Teruel, y que se ampliaría hasta el norte de Cuenca si se aceptara incluir las ciudades carpetanas que cita Ptolomeo como celtíberas. Este territorio está sujeto a cambios debido a los criterios interpretativos que están sujetos a las fuentes históricas, arqueológicas y lingüísticas disponibles.
Mitología celta
Aunque existe incertidumbre sobre los orígenes de los íberos, hay acuerdo en que otro grupo significativo, los celtas, formó parte de un fenómeno migratorio europeo general que, en España, está marcado por dos oleadas, la primera situada tradicionalmente en torno al 900 a.C. y la segunda en torno al 700-600 a.C..
Sin embargo, investigaciones recientes tienden a identificar a los primeros llegados como tribus indoeuropeas y defienden un proceso de infiltración a lo largo de un período prolongado, desde aproximadamente el año 1000 hasta el 300 a.C., en lugar de invasiones.
Los primeros en llegar parecen haberse establecido en Cataluña, probablemente a través de los pasos orientales de los Pirineos. Grupos posteriores (más identificables como celtas) se aventuraron hacia el oeste a través de los Pirineos para ocupar la costa norte de la península, y hacia el sur más allá de las cuencas del Ebro y el Duero hasta el valle del Tajo. No se sabe por qué los celtas no continuaron por la costa mediterránea, pero probablemente la fuerte presencia ibérica fue un factor inhibidor.
Lo que ocurrió a lo largo de las fronteras comunes es una conjetura. Algunos creen que las tribus celtas e íberas se mezclaron y formaron una cultura separada, especialmente en las proximidades del Ebro medio, la cuenca del Duero y la Meseta oriental hasta el alto Tajo.
Celtas e ilirios
No existe un acuerdo completo sobre la definición exacta de celtíberos entre los autores clásicos, ni tampoco entre los eruditos modernos. El río Ebro divide claramente las zonas celtíberas de los pueblos de habla no indoeuropea[3]. En otras direcciones, la demarcación es menos clara. La mayoría de los eruditos incluyen a los arévacos, pellendones, belli, titíes y lusones como tribus celtíberas, y ocasionalmente a los berones, vaccaei, carpetanos, olcades o lobetanos[4].
En 195 a.C., parte de Celtiberia fue conquistada por los romanos, y en 72 a.C. toda la región había pasado a formar parte de la provincia romana de Hispania Citerior. Los celtíberos subyugados libraron una larga lucha contra los conquistadores romanos, protagonizando levantamientos en 195-193 a.C., 181-179 a.C., 153-151 a.C. y 143-133 a.C.. En 105 a.C., los guerreros celtíberos expulsaron a los germanos cimbrios de España en la Guerra Cimbriana (113-101 a.C.) y también desempeñaron un papel importante en la Guerra Sertoriana (80-72 a.C.).
El término “celtíberos” aparece en los relatos de Diodoro Sículo[5], Appiano[6] y Marcial[7], que reconocen el mestizaje entre celtas e íberos tras un periodo de guerras continuas, aunque Barry Cunliffe afirma que “esto suena a conjetura”[8]. “[8] Estrabón sólo veía a los celtíberos como una rama de los celtas[1]. Plinio el Viejo pensaba que el hogar original de los celtas en Iberia era el territorio de los celtici en el suroeste, basándose en una identidad de ritos sagrados, lengua y nombres de ciudades[9].
Escritura ibérica
Por: Beebe Bahrami Ver PDFCuando subí al autobús en Ferrol, Galicia, le pregunté al conductor en español: “¿Este es el autobús a Cedeira?”. No me miró, pero respondió a mi pregunta en gallego, la lengua de esta región del noroeste de España. El gallego está emparentado tanto con el español como con el portugués, aunque se parece mucho más al portugués.
Cuando le pedí una aclaración en español, empezó una larga diatriba en gallego mientras la gente del autobús asentía con la cabeza. Finalmente, una mujer me sonrió con compasión y me agarró de la manga para invitarme a sentarme. Lo único que dijo fue: “Sí, Cedeira”. Tardé unos días más en Galicia en darme cuenta de que no estaba experimentando sólo un sentimiento nacionalista expresado a través de la lengua, sino un sentimiento más ancestral, uno en el que los gallegos hablan una lengua distinta del resto de España tanto para afirmar su autonomía como para reconectar con su pasado regional, uno que muchos dirán que es más celta, matriarcal y atlántico que castellano, patriarcal y mediterráneo. Se trata de una reconexión reciente, permitida sólo con la muerte del dictador español Francisco Franco en 1975.